sábado, 10 de enero de 2015

Cafe


CAFE

 

En un remolino de café se siembra mi vida

cada sorbo que bebo seduce a la desdicha.

Su color sombra se vuelve mi amigo,

emanando aire sin brisa.

 

Vierto sus granos a la luna sin  pena

y se refugia el aullido herido

de un alma acompasada.

Que rasgo vez en mi razón que se ahoga

en el silencio más efímero.



 
Amargo sabor que embriaga

mis sentidos, desbordando polvo de azúcar

en mi camino.


¡Dame tus labios esquivos!

Suavízalos tiñendo de rojo

el brillo oscuro de mi piel, para luego agitar el ramaje

incesante de este impío ser.

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