domingo, 11 de enero de 2015

NOCHE



Mancilladas manos,

suspiran  sangrantes  cometas,

negros ocasos de erráticos movimientos,

sedientos de nocturnas constelaciones,

aletargados en  sueños de metal.


Plataforma vertical sin sentido,

sin vidas,

sin nostalgias,

arroja… las orquídeas,

el musgo y

el abismo.

 


Las estrellas negras siguen girando,

siguen cayendo

en mares de fuegos,

entre  tenue luz envuelto en vinagre pálido,

que muerde y desgarra al tibio aire,

Y expira quebrados mutismos.

Que calle el mundo

y se extinga el sol,

que la mutilada luna se torne cuerpo

 y muera mil veces,

que sienta,

que mendigue,

que sueñe y llore,

dejando de contemplar  a la insípida humanidad

Y herida

cual doloroso ser,

beba de su libre albedrío,

revolcándose en pueriles deseos.


Que  la tierra se abra y suspire.

Que nos trague y escupa

sintiendo el matiz susurrante de este impío ser,

relamer nuestras raíces,

extrayendo su  frutal esencia,

convertido en  el vértigo,

que doblega sin reparo,

la hambrienta y  lúgubre alma.

 

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