Oro que emanas del manantial profundo de mi alma,
fluye eternamente señalándome el camino dorado,
del suave sentir matizado de segundos.
Renace el cuerpo lleno de experiencia en cuerpo,
altivo susurrándome universos infinitos de vida.
Deja tu polen sacudirse en mí,
germinando
alegrías ocultas.
Cual remolino de dicha en mi horizonte marino
anido en los más altos de tu mirada,
ocultándome en tu oscura sombra.
Enlazando mis
cabellos a tu cálida voz,
que fluye y se estremece con el latir,
inquieto de mi corazón.
Como enjambre que mueve la miel de tu lecho.
en un ardiente verano
sedienta de ilusión.
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