Una llamada seduce a la espera
nutriéndose de la triste esperanza,
pero la esencia tiene un cauce serpenteante.
Échese a rodar los dados celestiales,
historia atada y tormenta negra
que empuña restos de pétalos caídos.
La risa llora recuerdos marrones,
se agita la emoción y el sentir se hace vidrio.
¡Que
corta!... ¡Que mata!
La magia de los labios se rompe
tiñendo de ambrosia tu nido.
La razón flota como viento
al llamado de un lento suspiro.
¡Palpita tiempo!...y ¡Baila solo mundo herido!
Deja que me cobije temblando con mi piel
manchándome con el velo del olvido,
mi sangre dulce fluye sal
y tu ausencia se matiza formando
un sólo sentido.
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