Entre piedras y lirios marchan al galope
del triste silbido,… ¡una gota de lluvia!
Huyendo resbala y rueda entre peñascos,
gimiendo canticos eternos
de ansiada libertad.
El verde prado es su lecho,
que calcinada la cobija
se sumerge en el lodazal,
De remolinos sin formas
Suplicando a la tierra darle paz.
Aquellos versos de agua
sucumben en la quebrada de arena,
naciéndoles umbrales celestiales
de hojas sin sentir.
Agua y versos fusionan sus cuerpos
erupcionando perfumes llenos de jazmín.
Ampliando sus noches de luna herida.
clamando por la dicha que olvida y
la brisa que estalla suplicando por
el torpe renacer.
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