Sueños
indomables,
aparcados en
la cúpula de la mente,
repiten el
canto absurdo,
tambores
balbuceantes
aglutinados
en un festín de conmociones,
invadiendo
el pavimento de la piel.
Mentira de
sueños profanos,
diluyendo la
fe del cíclope corazón
macerando la fantasía sin final,
aplacando el
sendero del fuego
con el agua
de tus destellantes y traviesas cascadas.
Las
descalzas pisadas,
se desnudan
ante los ojos amorfos de la eternidad,
cuerpo y
mente sin espacios,
melancólicas
manos atornilladas,
al con fin
de la vida,
al con fin
de la muerte.
El límite observa a sus rehenes,
al abismo de
sombras que esperan,
y ellos
caen, caen
carcomiendo
sus imágenes terrenales,
sucumbiendo
a su frágil esencia,
mueren y brillan,
brillan solo con su entrega,
brillan solo con su entrega,
arrancando la piel
y los pétalos del deseo,
retornando
al alma la cálida voz
de la paz.
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