Vio el rojo
al azul del cielo cubrirse de oscura esencia,
agazapando su rostro etéreo,
gimió tragos amargos de esperanzas rotas.
El fin del hombre brotaba
manchando sus huellas,
cuerpo endurecido,
caparazón espinado,
corriendo herido.
Rojo, espero
el día en que el trueno
entonara su muerte.
¿Que poco sabes de ti?...gritó la tierra
arada.
Avergonzado cayó de bruces,
abrazando
escombros.
Susurro a su espalda el reloj en decadencia
hecho a reír.
El fin del hombre se acerca… proclamaba,
marchitando su esencia los mil días pasaron,
¡ Alma cautiva!
El día llegó, rojo dejo de latir
perdiendo pigmentos,
sus cenizas opacas clamaron volver,
más inicuo y gaseoso quedo en el ayer.
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